* Los hechos y personajes son ficticios, cualquier simlitud con la realidad es mera coincidencia.
Un gallo madrugador decidió separar de su ración diaria algunos granos de trigo con la finalidad de plantarlos en vez de comérselos. Para la tarea de cultivar, convocó a los otros animales que estaban paseando en su entorno mientras buscaban alimento por el piso.
- Vamos a plantar estos granos y así tendremos pan. ¿Quieren colaborar?.
- ¡Noooooo! -respondieron a coro los animales que poblaban la granja-.
El gallo previsor no se desanimó e igualmente sembró. Trabajó solito y el trigo no demoró en crecer.
- Vamos a cosechar el trigo, propuso el gallo al resto de los animales.
- Yo no -dijo el ganso- ¿para qué voy a trabajar si ya estoy cobrando un subsidio sin tener que hacer nada?.
- Yo tampoco porque el trabajo esclaviza, exclamó el cerdo, mientras persuadía al resto para que se negaran a trabajar.
Ante tales respuestas que se multiplicaban con apenas unos pocos matices distintos, el esforzado gallo decidió trabajar solito en la cosecha sin la colaboración de los otros.
Llegó el momento de amasar y cocinar el pan. El laborioso gallo ofrece a los demás una última posibilidad de trabajar.
- ¿Quién me ayuda a amasar el pan?.
Sin obtener ni una sola respuesta afirmativa, el gallo amasó y cocinó el pan. Una vez que el pan quedó pronto y sabroso, todos los animales se acercaron porque querían comérselo.
El sacrificado gallo pensó y les dijo:
- Miren, ustedes que nunca quisieron trabajar y siempre se negaron a ayudarme, deberían saber que para comerlo no es necesaria la ayuda de los demás...
El cerdo, interrumpió bruscamente: - ¡Están siendo violados nuestros derechos!.
La vaca que estaba pastando como distraída, escuchó la queja y mugió: ¡oligarca!.
El ganso se sumó a la protesta y le increpó: -¡Egoísta explotador! ¡Criminal! ¡Genocida!.
El pato gritó enojado: ¡Individualista, capitalista, torturador!.
Los animales se movilizaron con la ayuda de víboras muy venenosas, expertas en agitación social y en el fomento del odio y la lucha de clases. Contando con la colaboración "espontánea" de papagayos rojos incrustados en ONGs y en todos los medios de comunicación, organizaron una concentración seguida de una marcha encabezada por una gran faja y varios carteles con leyendas pintadas en letras gigantes. Muchos carteles, pocos animales pero grandes espacios en los medios... En uno de los grandes carteles podía leerse "injusticia social", en otro "soluciones ya", en otro "ocupar"...
Así preparadas "espontáneamente" las cosas y generado el clima propicio, irrumpe en escena un ave de rapiña junto a un Zorro astuto y resentido que sabe mostrarse sereno y aplomado. Eran los recaudadores de impuestos quienes le cobraron compulsivamente al gallo laborioso una gran parte del pan "para atender las necesidades de los otros" (que se habían negado a trabajar).
Así, todos comieron. El cerdo, el ganso, el pato, las víboras venenosas, el zorro y las aves de rapiña participaron del banquete hasta que el pan se terminó. Nadie más plantó trigo; nunca más volvieron a tener pan en esa granja y todos se siguen arrastrando para encontrar por el piso algo que les permita subsistir.
En general, es común que le denominemos "robo" a toda conducta que suponga quedarse con lo ajeno, apropiarse de lo que legítimamente pertenece a otro. Así, cuando un asaltante nos quita la billetera, decimos que sufrimos un robo y al delincuente lo acusamos por ladrón.
Y ¿cómo debemos llamarle al Gobierno que mete la mano en nuestros bolsillos, en nuestros salarios, en nuestros ingresos, en nuestras ganancias, en los bienes muebles e inmuebles que integran nuestro patrimonio?.
Gracias Don Esteban!
9 Pajaros en las ramas:
Interesante.
Pero, salvo la mala de la película y los acólitos, no a todos los que están del otro lado les calza perfecto el traje del buen gallo.
No es bueno dejarse arrastrar en la vorágine justiciera, y debemos recordad que en algunos sectores, no todos son inocentes.
Obviamente Capitan, No todos son gallos previsores, y no todos son animales aprovechadores.
Cuesta discernir, en el gobierno "el olor a mierda tapa el de las flores", en el caso del campo, hay mucho espacio, mucho pasto, bastantes flores, y mierda que echa olor tambien hay. el que busca encuentra.
yo creo que... (parafraseando a Cristina) el apoyo al campo es una cuestion estratégica, porque si atacan a los que producen lo que consumimos, y les sale bien: luego vendrán por los demas.
¿Vio? ahora no solo fui la primera en comentar en su blog sino tambien la primera en inaugurar el Cato Chat.
¡Vamos Cristina PresidenTA! (casi digo carajo pero queda feo)
Mire capitan y estimado Cato. Si quieren pueden tratarme como un ministro del Néstor hizo con Mons. Baseotto (tergiversar lo que digo sacándolo de contexto) pero ya lo dice el Evangelio (San Pablo):
El que no quiera trabajar que no coma.
Les recomiendo un libro. Es una novela muy interesante: La Rebelión de Atlas, es de 1957
La autora es una mujer (que no anda escondiendo sus defectos e incapacidades detás de su condición como YO Cristina PresidenTA) Ayn Rand.
Una frace del Libro:
“Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un autosacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada.”
Un resumen a modo de comentario:
Hubo que esperar más de cuarenta años para contar con una nueva edición en castellano (con una traducción cuidada y sin censura) de La Rebelión de Atlas, la novela cumbre de Ayn Rand respecto de la cual, una encuesta hecha por la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos a principios de los 90’, consideró la obra de mayor influencia sobre los lectores habituales, después de la Biblia.
En momentos en que Argentina se debate entre huelgas, piquetes, y una escalada de violencia sin precedentes, la Rebelión de Atlas cuenta la historia de la única huelga que no se ha hecho hasta el momento: la huelga de cerebros; la explícita decisión de aquellas personas que producen la riqueza que luego otros se disputan el derecho a repartir por la fuerza, de no continuar siendo corderos de sacrificio.
Productores, profesionales talentosos, inventores, artistas, las personas que mueven al mundo y lo hacen crecer, cansados de verse expoliados en provecho de los demás, decidieron sustraer sus mentes de esa entrega. Se convirtieron en empleados de almacén, mozos de bar, guardafaros de ferrocarril, realizaron tareas en las cuales su talento intelectual no estuviese involucrado, y reservaron su capacidad para encontrarse una vez al año en un lugar secreto, en el cual podían vivir sus propias vidas sin interferencias, producir sin límites, y disfrutar del contacto con otros, libres de expoliación.
El resultado de ello fue que en la medida en que el colectivismo avanzó en su afán de quitar a unos para darle a otros, y los talentosos negaron su hasta entonces involuntaria colaboración, el derrumbe del país se aceleró. Esta idea, que en los Estados Unidos de finales de la década del 50’ parecía utópica, exagerada, inimaginable, podrá ser leída en la Argentina de hoy casi como una crónica periodística de actualidad.
Es que una de las características fundamentales de las novelas de Ayn Rand es su condición de atemporales. Su propósito es presentar con claridad la oposición del bien y el mal, los valores en juego, la naturaleza del hombre ideal luchando por conquistar el mundo. Y esta lid filosófica no sabe de tiempos ni espacios.
John Galt, su personaje central, pronuncia casi al final de la novela un discurso de más de cincuenta páginas, que constituyen el punto de inicio de la escuela filosófica que Ayn Rand desarrolló en las décadas siguientes, hasta su muerte en 1982: el Objetivismo, cuyos pilares básicos han sido el reconocimiento de la realidad, la racionalidad, el individualismo, el egoísmo racional y la productividad como motores de la acción humana; así como la supremacía de los derechos del individuo como base de las relaciones entre las personas y fundamento moral de la existencia de un gobierno.
Mientras el relativismo epistemológico y ético, y el colectivismo político, fueron socavando lenta pero despiadadamente los cimientos de la civilización occidental, Ayn Rand supo señalar la raíz de esos males con claridad, crudeza, sin eufemismos académicos, pero con una pluma envidiable.
Probablemente sea esa la causa de su profunda influencia sobre intelectuales y gente común, que día a día se va extendiendo en el mundo entero.
Difícilmente pueda hallarse un momento y un lugar más propicios para que llegue a las manos del lector hispano-parlante esta obra, que la Argentina de comienzos del siglo XXI. Constituye la explicación alternativa a la que suele escucharse sobre el por qué de la destrucción del país.
Perdon pero hoy me exedi en el comentario.
lindo el cuento! muy educativo.
hice un comentario corto porque si me ponia a escribir despues del papiro de cristina me mandaban al carajo.
VIERNES
MARCHA POR MAS SEGURIDAD EN LA LOCALIDAD DE MARTINEZ
cada dia esta mejor su blog, estimado cato.
lo felicito.
¡Bien, muy bien amigo Cat®!.
Y gracias.
Gracias a Ud Estimadísimo!
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